Enfermedades autoinmunes

Tratar el VIH justo después de la infección reduce el riesgo de transmisión

Tratar el VIH justo después de la infección reduce el riesgo de transmisión

SPARTAC es el primer gran ensayo clínico aleatorizado que demuestra que un tratamiento antirretroviral de 48 semanas, administrado en fases tempranas de la infección por VIH, ralentiza los daños sobre el sistema inmunológico. Estos beneficios son mayores cuanto antes se comience el tratamiento. Este tratamiento también reduce la cantidad de virus en la sangre hasta 60 semanas después de detenerlo, lo que reduce potencialmente el riesgo de transmisión.

Ensamblaje del virus del VIH en la superficie de un macrófago infectado. Imagen: Wikipedia

Un tratamiento antirretroviral de 48 semanas, administrado en fases tempranas de la infección por el VIH, provoca la ralentización de daños en el sistema inmunológico y retrasa la necesidad de tomar fármacos antirretrovirales a largo plazo, según un artículo publicado ayer en New England Journal of Medicine. Este retraso era poco superior al periodo dedicado al tratamiento temprano.

El estudio, que es el ensayo clínico más amplio jamás realizado con participantes recientemente infectados, también sugiere que este tratamiento reduce la cantidad de virus en la sangre hasta 60 semanas después de detenerlo, un hecho que reduce potencialmente el riesgo de transmisión.

SPARTAC (Short Pulse Anti-Retroviral Therapy at HIV Seroconversion) se desarrolló durante más de cinco años e involucró a 366 adultos –mayoritariamente mujeres heterosexuales y hombres homosexuales– de Australia, Brasil, Irlanda, Italia, Sur Sudáfrica, España, Uganda y el Reino Unido. Fue coordinado por investigadores del Imperial College de Londres y el Medical Research Council (Inglaterra).

El equipo español que participó, con Josep Maria Miró como investigador principal, trabaja en el Servicio de Enfermedades Infecciosas y sida del IDIBAPS – Hospital Clínic de Barcelona.

El estudio es el ensayo clínico más amplio jamás realizado con participantes recientemente infectados

Todos los voluntarios del ensayo clínico fueron identificados durante los seis meses posteriores a la infección por VIH y se distribuyeron al azar entre un grupo que recibió antirretrovirales durante 48 semanas, otro que los recibió 12 semanas y un último que no recibió medicación (el último grupo corresponde a la práctica estándar actual en el tratamiento del VIH cuando se detecta la infección). Los investigadores midieron el tiempo que tardó cada voluntario en alcanzar unos niveles de células T CD4 inferiores a las 350 células por milímetro cúbico y/o comenzar la medicación con antirretrovirales de por vida.

Los resultados apuntan que, de promedio, los participantes que no habían recibido el tratamiento antirretroviral inmediatamente debían comenzar el tratamiento definitivo de por vida 157 semanas después de la infección. Los del grupo que habían recibido un tratamiento de 12 semanas justo después de la infección tuvieron que empezar el tratamiento definitivo de promedio al cabo de 184 semanas después de la infección (un retraso de 27 semanas que no se consideró significativo por responsables del ensayo).

Por último, los voluntarios que recibieron antirretrovirales durante 48 semanas pasaron 222 semanas sin tener que empezar el tratamiento a largo plazo – un retraso de 65 semanas. Esto representa un cambio significativo en comparación con el grupo que no recibió tratamiento justo después de la infección o lo recibió durante 12 semanas, aunque el tiempo sin medicación no fue significativamente más largo que las 48 semanas de tratamiento inicial que habían recibido estos participantes.

Por otro lado, los participantes del grupo que recibió 48 semanas de tratamiento inicial presentaron durante todo el estudio unos recuentos de células T CD4 más elevados que los de los otros dos grupos, reduciendo potencialmente el riesgo de desarrollar infecciones secundarias como la tuberculosis. También presentaban niveles más bajos de VIH en la sangre en comparación con el resto de voluntarios durante más de un año después de suspender el tratamiento inicial. Esto podría tener como efecto el reducir el riesgo de transmitir el virus a sus compañeros sexuales.
Los investigadores no encontraron evidencias de que comenzar el tratamiento durante los seis meses posteriores a la infección pudiera producir resistencias en el virus o que su suspensión comportara muertes inesperadas o daños en el sistema inmunológico.

“Estos resultados son prometedores y sugieren que un tratamiento que dure un año para gente recién infectada por el VIH podría tener algunos beneficios tanto sobre su sistema inmunológico como en el control del virus. El tratamiento también reduce la cantidad de virus en el cuerpo durante cierto tiempo después de que el paciente detenga el tratamiento inicial. Esto podría ser muy importante para ayudar a reducir el riesgo de transmisión a la pareja por vía sexual”, resume Sarah Fidler, del Imperial College de Londres, que dirigió el estudio.

Actuar cerca de la infección 

Un análisis independiente de los resultados sugirió que el tratamiento de 48 semanas era más beneficioso cuanto más cerca del momento de la infección se comenzara. Si no recibían el tratamiento, los participantes que entraron en el estudio en un momento más cercano al de la infección por el VIH tendían a ver reducido el número de células T CD4 con mayor rapidez. Esto significa que sufrían una mayor agresión de su sistema inmunológico.

El tratamiento de 48 semanas era más beneficioso cuanto más cerca del momento de la infección se comenzara

Fue en este grupo que el tratamiento de 48 semanas parecía conllevar los mayores beneficios. Eso sí, no queda claro por qué motivo la visita al médico de estas personas se producía tan poco tiempo después de la infección. Los responsables del estudio opinan que podría deberse a que se encontraban mal. Para confirmar esta observación serán necesarios nuevas investigaciones centradas en personas en los estadios más iniciales de la infección, una población difícil de identificar.

Jonathan Weber, investigador en jefe del estudio y cientíco del Imperial College, explica que estos resultados refuerzan la importancia de hacerse con frecuencia análisis para detectar el VIH, especialmente en poblaciones de riesgo: “Es muy importante hacer un análisis y un diagnóstico muy pronto. Cuando una persona acaba de contraer el VIH se encuentra en uno de los momentos más infecciosos. Además, a menudo no son conscientes de que son portadores y por tanto es más probable que lo transmitan. Cuanto antes puedan ser diagnosticados mayores son las probabilidades de limitar la expansión del virus y antes pueden recibir apoyo y recomendaciones útiles”.

De todos modos, los investigadores reconocen que antes de recomendar cambios importantes en las guías clínicas de tratamiento del VIH se necesitan nuevas investigaciones para evaluar cuál es la mejor opción para controlar el virus a largo plazo, ya que se puede dar el caso de que en realidad la opción más óptima fuera un tratamiento inicial que durara más de 48 semanas, o incluso empezar con un tratamiento de por vida desde el primer momento.

“Ahora necesitamos valorar si los beneficios que ofrece una intervención temprana superan los retos estratégicos y económicos que podrían conllevar estos cambios de política, especialmente en países con pocos recursos como los de África, aunque se trate de los lugares donde podría haber un impacto más positivo en términos de prevención de la tuberculosis”, añade Gita Ramjee, director de la Unidad de Investigación en la Prevención del VIH del South African Medical Research Council, que coordinó la participación sudafricana.

La evolución del VIH

A no ser que se sometan a pruebas regulares, la mayor parte de los afectados no se darán cuenta de que son seropositivos durante un tiempo que puede alargarse años. Los síntomas iniciales pueden ser similares a los de una gripe o de otras infecciones virales, y para la mayoría de la gente puede existir un periodo de muchos años durante el cual son portadores del virus pero no enferman.

Sin embargo, el sistema inmunológico no conseguirá eliminar completamente el VIH. El virus se esconde, debilitando lentamente las defensas del organismo y destruyendo las células T CD4, que juegan un papel clave en la respuesta inmunológica. Si no se administra el tratamiento, el sistema inmunológico queda cada vez más comprometido exponiendo al individuo a un riesgo creciente de desarrollar otras infecciones que podrían amenazar su vida.

Para evitar este extremo, las guías internacionales de tratamiento recomiendan que cuando el número de células T CD4 disminuye hasta cierto nivel – 350 células por milímetro cúbico – los individuos empiecen un tratamiento de por vida con fármacos antirretrovirales. Estos medicamentos no sólo evitan que se siga destruyendo el sistema inmunológico, sino que posibilitan su recuperación.

Varios estudios observacionales han sugerido que administrar el tratamiento en el momento en el que se produce la infección por VIH podría desacelerar la destrucción del sistema inmunológico y retrasar el momento de iniciar el tratamiento de por vida con medicación antirretroviral. SPARTAC es el primer gran estudio aleatorizado que analiza esta hipótesis.

Fuente: Área de Comunicación y RSC del IDIBAPS – Hospital Clínic

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