Un medicamento contra el asma mejora la terapia de la urticaria crónica
Un medicamento contra el asma mejora la terapia de la urticaria crónica
Un trabajo internacional en el que han participado dermatólogos del Hospital del Mar como únicos españoles ha concluido que el fármaco omalizumab, utilizado habitualmente para la mejora del asma bronquial severo de origen alérgico, elimina rápidamente los síntomas de la urticaria crónica espontánea. Este hallazgo supone una mejora radical en la calidad de vida de estos pacientes.
Ana Giménez Arnau, dermatóloga del Hospital del Mar, ha participado en un estudio internacional que demuestra que el omalizumab, un tratamiento biológico que bloquea la unión de la inmunoglobulina E con su receptor de la célula efectora de la urticaria –el mastocito–, elimina radicalmente los síntomas clínicos (picor) y los signos de la urticaria (las habas) en aquellos pacientes que no mejoran con la administración de antihistamínicos.
El trabajo, que consiste en un ensayo clínico multicéntrico de fase 3, ha tenido una duración de siete meses y en él han participado 323 pacientes de diferentes países con una edad media de 42 años, la mayoría mujeres (un 76 %). Para los autores esto refleja perfectamente el perfil de paciente con urticaria crónica.
A lo largo de tres meses, con intervalos de cuatro semanas, se administró a los participantes –de forma aleatoria y a doble ciego– dosis de 75, 150 y 300 mg de omalizumab o de placebo y se hizo un seguimiento de la evolución de los pacientes.
«En la semana 12 ya se vio una diferencia significativa entre los grupos que recibían 150 o 300 mg de omalizumab respecto a los que recibían 75 mg o placebo. A un 23 % de pacientes que recibían una dosis de 150 mg y un 53 % de los que recibían una dosis de 300 mg les desapareció completamente tanto el picor como la urticaria» explica Giménez Arnau. «El objetivo terapéutico es precisamente la remisión completa de los síntomas para mantener la terapia durante unos meses y luego, poco a poco, eliminarla consiguiendo la desaparición completa de la enfermedad”.
Este fármaco, que actualmente iniciará la fase de registro para esta enfermedad por las autoridades americanas y europeas, tiene como ventaja respecto al tratamiento actual la rapidísima eficacia en un 90 % de los enfermos afectados, la fácil administración (una vez al mes) y que tiene muchos menos efectos adversos significativos respecto a los fármacos inmunosupresores utilizados en los casos graves. Si se autoriza el registro, podría estar disponible en 2014.
Este fármaco tiene como ventaja la rapidísima eficacia en un 90 % de los enfermos afectados, la fácil administración y los menos efectos adversos
Este es el primero de tres ensayos clínicos internacionales y, aunque los resultados son muy prometedores, los autores insisten en que todavía hay que seguir investigando para evaluar el papel exacto de este fármaco, los posibles efectos secundarios y las dosis a administrar.
«Este trabajo abre la puerta a la esperanza de muchas personas que están esperando una solución desde hace muchos años, personas que sufren diariamente de urticaria crónica con un gran impacto en su calidad de vida (picor, dormir poco, problemas psiquiátricos como ansiedad o depresión), además del impacto socioeconómico que conlleva para la sociedad, ya que son pacientes que necesitan continuamente medicación para controlar los síntomas», apuntan.
Una enfermedad frecuente
La urticaria crónica espontánea es una de las enfermedades más frecuentes de la piel. Consiste en una reacción de forma repentina, en la que aparecen unas habas o manchas rojas de diferentes formas y tamaños que se hinchan y producen un picor muy intenso.
El enfermo puede sufrir decenas de habas diarias durante meses o años. Cuando esta urticaria persiste más de seis semanas hablamos de urticaria crónica y puede durar de cinco a diez años aproximadamente, lo que supone un empeoramiento de la calidad de vida del paciente tanto física como emocional.
Aproximadamente el 50 % de estos pacientes no responden al tratamiento con antihistamínicos no sedantes a dosis habituales y requieren un incremento de dosis de antihistamínicos. Aun así, todavía hay personas que precisan, para el control de la enfermedad, de inmunosupresores como corticoides o ciclosporina A. Estos inmunosupresores tienen efectos adversos considerables.
Ana Giménez Arnau, dermatóloga del Hospital del Mar, ha participado en un estudio internacional que demuestra que el omalizumab, un tratamiento biológico que bloquea la unión de la inmunoglobulina E con su receptor de la célula efectora de la urticaria –el mastocito–, elimina radicalmente los síntomas clínicos (picor) y los signos de la urticaria (las habas) en aquellos pacientes que no mejoran con la administración de antihistamínicos.
El trabajo, que consiste en un ensayo clínico multicéntrico de fase 3, ha tenido una duración de siete meses y en él han participado 323 pacientes de diferentes países con una edad media de 42 años, la mayoría mujeres (un 76 %). Para los autores esto refleja perfectamente el perfil de paciente con urticaria crónica.
A lo largo de tres meses, con intervalos de cuatro semanas, se administró a los participantes –de forma aleatoria y a doble ciego– dosis de 75, 150 y 300 mg de omalizumab o de placebo y se hizo un seguimiento de la evolución de los pacientes.
«En la semana 12 ya se vio una diferencia significativa entre los grupos que recibían 150 o 300 mg de omalizumab respecto a los que recibían 75 mg o placebo. A un 23 % de pacientes que recibían una dosis de 150 mg y un 53 % de los que recibían una dosis de 300 mg les desapareció completamente tanto el picor como la urticaria» explica Giménez Arnau. «El objetivo terapéutico es precisamente la remisión completa de los síntomas para mantener la terapia durante unos meses y luego, poco a poco, eliminarla consiguiendo la desaparición completa de la enfermedad”.
Este fármaco, que actualmente iniciará la fase de registro para esta enfermedad por las autoridades americanas y europeas, tiene como ventaja respecto al tratamiento actual la rapidísima eficacia en un 90 % de los enfermos afectados, la fácil administración (una vez al mes) y que tiene muchos menos efectos adversos significativos respecto a los fármacos inmunosupresores utilizados en los casos graves. Si se autoriza el registro, podría estar disponible en 2014.
Este fármaco tiene como ventaja la rapidísima eficacia en un 90 % de los enfermos afectados, la fácil administración y los menos efectos adversos
Este es el primero de tres ensayos clínicos internacionales y, aunque los resultados son muy prometedores, los autores insisten en que todavía hay que seguir investigando para evaluar el papel exacto de este fármaco, los posibles efectos secundarios y las dosis a administrar.
«Este trabajo abre la puerta a la esperanza de muchas personas que están esperando una solución desde hace muchos años, personas que sufren diariamente de urticaria crónica con un gran impacto en su calidad de vida (picor, dormir poco, problemas psiquiátricos como ansiedad o depresión), además del impacto socioeconómico que conlleva para la sociedad, ya que son pacientes que necesitan continuamente medicación para controlar los síntomas», apuntan.
Una enfermedad frecuente
La urticaria crónica espontánea es una de las enfermedades más frecuentes de la piel. Consiste en una reacción de forma repentina, en la que aparecen unas habas o manchas rojas de diferentes formas y tamaños que se hinchan y producen un picor muy intenso.
El enfermo puede sufrir decenas de habas diarias durante meses o años. Cuando esta urticaria persiste más de seis semanas hablamos de urticaria crónica y puede durar de cinco a diez años aproximadamente, lo que supone un empeoramiento de la calidad de vida del paciente tanto física como emocional.
Aproximadamente el 50 % de estos pacientes no responden al tratamiento con antihistamínicos no sedantes a dosis habituales y requieren un incremento de dosis de antihistamínicos. Aun así, todavía hay personas que precisan, para el control de la enfermedad, de inmunosupresores como corticoides o ciclosporina A. Estos inmunosupresores tienen efectos adversos considerables.